miércoles, 2 de noviembre de 2011

Hacia una empresa familiarmente responsable.

Así se titula la primer publicación de la guía de buenas prácticas para empresas familiarmente responsables publicada por la escuela de negocios IAE(*); presentación a la cual asistí y me pareció un espacio muy enriquecedor e inspirador (recomiendo conseguir la guía). Aquí, mis principales comentarios al respecto.

Durante años -mucho años- se ha hablado de desarrollo profesional como si estuviera separado del desarrollo personal y viceversa. Hace algún tiempo, se ha comenzado a hablar del desarrollo integral de la persona y de que las empresas tienen como responsabilidad comenzar a trabajar en prácticas que permitan la conciliación entre vida personal y trabajo, para que el empleado pueda desarrollarse en todos los ámbitos de su vida y no necesite optar entre uno u otro.
Este tema se empezó a tratar de manera más frecuente, cuando las mujeres comenzaron a formar parte cada vez más de la fuerza laboral, preguntándose por ejemplo cómo una mujer que trabaja entre 9 y 12 horas por día podría también cumplir con su rol de madre y esposa. 

Esta necesidad de conciliar trabajo y familia se ve aun como un tema muy arraigado a la necesidad de la mujer, como si ella fuera la única que tiene muchos roles y el hombre no, pero eso está cambiando. Al hombre también se lo está comenzando a ver como padre y se están instalando en algunas compañías prácticas como prolongar las licencias ante el nacimiento de un hijo, horarios más flexibles, entre otros ejemplos.

Está claro que una persona es un todo, con su historia, sus orígenes, sus creencias, sus necesidades, su familia, y que no puede ni debe dejar todo eso afuera de la empresa cuando ingresa a trabajar. Por años, se ha instalado culturalmente la práctica de que la persona en la empresa sea sólo un trabajador y deje afuera a su persona.
Afortunadamente, ya hay algunas empresas que están implementando prácticas que permiten el desarrollo integral de la persona. Y que a su vez, trabajando sobre ésto, también promueven el espacio que los empleados necesitan con sus familias. De esta manera, como resultado lógico, se impacta de manera positiva en el empleado y en la familia, y esto permite personas con un mayor bienestar, más felices y con mejores resultados. 
Trabajar sobre estas prácticas tendrá una incidencia positiva en algunos temas que hoy preocupan, como la retención de talentos, el compromiso de los empleados con la empresa, la productividad, el ausentismo, la rentabilidad. 

Como se dijo en este espacio de presentación, amor y familia son dos ámbitos que no debieran competir. Está en nosotros, quienes conformamos empresas, ya sea estemos en las áreas de recursos humanos o bien en posiciones de liderazgo, impulsar estas prácticas, hacerlas parte de la agenda de la empresa, llevar propuestas que permitan tratar este tema.

Tomo la frase de uno de los expositores "ningún éxito profesional compensa un fracaso familiar" y me pregunto qué tan conscientes somos de ello. 
Trabajar sobre el desarrollo integral de las personas desde las empresas permitirá trabajar también sobre una mejor sociedad, que será sin duda alguna una inversión sustentable y a largo plazo.

Hay todo un camino por recorrer hacia estás prácticas, tal como lo indica el título de la guía publicada, no obstante el tema se está instalando en las empresas lo cual es una excelente noticia. Vale preguntarnos ¿qué estamos haciendo nosotros para avanzar con hechos concretos sobre este tema?



(*) Este artículo no busca transmitir opiniones de los expositores ni del IAE; todo lo expresado es exclusiva opinión de la autora.

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